Y como si la misión imposible de igualar al Dios del fútbol no fuera suficiente, el joven de 21 años y cresta mohicana de Sao Paulo (sudeste), vendido el viernes por su club Santos, está confrontado a una difícil decisión: unirse al gran Barça del mejor jugador del mundo al que sueña con reemplazar algún día, el argentino Lionel Messi; o a su rival histórico, el Real Madrid, donde juega el astro portugués Cristiano Ronaldo.
Técnica atrevida, goles en ráfagas ilimitadas, el joven atacante del Santos, el club del mítico Pelé, se convirtió rápidamente en icono de un Brasil huérfano de artistas del fútbol, luego de que Ronaldo, Ronaldinho y Robinho palidecieron.
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